Conoces que tu pequeñín tiene una personalidad distinta porque, bueno, has estado viviendo con tu peque y con las evidencias cada día. Sin embargo, también es cierto que la forma en que crias a tu chiquitín tiene un impacto masivo en la persona que crecerá a ser. Estos dos factores juegan un papel tan importante como en la forma que tu chiquitín le irá en la escuela hasta lo tan simple como el tiempo que le tomará para aprender a andar en bicicleta, o tan misterioso como lo que será el libro ilustrado favorito en esta época el año que viene. La pregunta de cuál es más importante, y de qué manera, se llama el debate naturaleza versus crianza, y es una de esas preguntas que no parece tener respuestas definitivas, aunque muchos pensadores y científicos importantes han trabajado para encontrarlas.
El estudio longitudinal de Nueva York
El trabajo de Alexander Thomas y Stella Chess que estudia los temperamentos básicos de los niños, y darles seguimiento a lo largo de sus vidas hasta la edad adulta temprana es significativo porque propone que no es la naturaleza (la personalidad innata de un niño) o la crianza (el estilo de crianza y la influencia de los padres del niño) que determinó la felicidad y el éxito de ese niño, pero la forma en que esos dos factores encajan. Concluyeron que los niños cuyos entornos e influencias se adaptaban bien a sus personalidades lo hacían mejor que los niños cuyos entornos y personalidades se adaptaban menos bien.
El estudio que utilizaron para encontrar estos resultados comenzó en 1956 y siguió a un grupo de más de 100 niños de entonces hasta 1977. Evaluaron a cada niño en nueve rasgos que rastrearon a lo largo del tiempo, y miraron junto con la información reunida en entrevistas detalladas sobre las personalidades y el comportamiento de los niños, así como las actitudes de los padres y las expectativas para sus hijos. Luego, usaron esta información para clasificar a los niños en tres tipos de personalidad diferentes. Se pensaba que los rasgos, incluidos los niveles de actividad física de los bebés, si eran sociables o tímidos con los extraños, y si preferían seguir horarios o tomarse días al llegar, entre otros, eran los componentes que formaban los diferentes tipos de personalidad que habían identificado.
Los rasgos
Basándose en su investigación, los doctores Chess y Thomas describieron nueve rasgos generales encontrados en los niños:
- Actividad: El nivel de actividad motora y la cantidad de tiempo que pasa activo.
- Ritmo/regularidad: Qué regular son los patrones de alimentación, sueño y otras funciones corporales.
- Respuesta a las cosas nuevas: Cómo probablemente responderá a nuevas experiencias, ya sea que es probable que los acepte o se aleje de ellas.
- Adaptabilidad: Cómo responde a los cambios en su entorno.
- Sensibilidad: El límite de los estímulos.
- Respuesta: Los niveles de energía y la intensidad de sus respuestas.
- Disposición: Si generalmente parece feliz o infeliz, amigable o no amigable.
- Distracción: Con qué facilidad puede distraerse de lo que está haciendo.
- Atención: El lapso de tiempo que prestará atención a una cosa cuando se le deja a sus propios dispositivos, y la persistencia con una actividad.
Los tipos
Los nueve rasgos permiten a Chess y Thomas identificar tres grupos distintos en los que encajan alrededor de dos tercios de los niños. El otro tercio se considera una mezcla de los tres tipos.
- Fácil: Los niños catalogados como «fáciles» generalmente tienen una actitud positiva, son rápidos para caer en las rutinas y se adaptan rápidamente a nuevas situaciones.
- Difícil: Los niños de la categoría «difícil» lloran más a menudo, les cuesta más adaptarse a las nuevas situaciones y no siguen regularmente las rutinas.
- Lento para adaptarse: Los niños que son «lentos para adaptarse» se adaptan lentamente y pueden reaccionar negativamente, pero también muestran una baja intensidad en sus reacciones emocionales.
Desde que Chess y Thomas establecieron por primera vez estas tres categorías, diferentes investigadores les han asignado diferentes nombres basándose en que, si bien las tres categorías pueden ser útiles para señalar diferentes tipos de personalidad en niños pequeños, los nombres parecen innecesariamente juiciosos, especialmente cuando se trata de niños muy pequeños.
¿Qué significa esto para tu pequeñín?
Técnicamente, nada. Estos nueve rasgos son solo una forma subjetiva de evaluar la personalidad de cualquier bebé, y otros expertos creen que no son la forma más útil. Pero más que eso, la conclusión de Chess y Thomas es que, más que nada, es importante que la manera que crías tu peque sea adecuado para su personalidad, cualquiera que sea esa personalidad. Lo más importante es prestarle atención para que su crianza pueda trabajar con su naturaleza de la mejor manera posible.