Tomar la decisión de quedarse en casa o volver a la fuerza laboral después de tener un hijo es una de las muchas decisiones con las que se enfrentan los padres, y rara vez es una elección fácil. Aquellos que optan por volver a trabajar a menudo sienten que se están perdiendo de muchas primicias, pero también pueden encontrar reconfortante estar en compañía de otros adultos. Para los padres que se quedan en casa, existe el beneficio de pasar cada día con su hijo, pero también puede sentirse aislado y solo a veces.
La crianza de los hijos en casa significa estar de guardia las 24 horas del día, los 7 días de la semana, sin pausas para almorzar ni para salir al final del día – es literalmente un trabajo que se realiza las 24 horas del día.
Dadas las altas exigencias del pequeño jefe, no es de extrañar que muchos padres que se quedan en casa se sientan agotados al final del día (y a veces al final de la mañana). Estos son algunos consejos para pasar el día con menos estrés y al mismo tiempo maximizar tu tiempo con tu tesorito.
- Acepta el desorden: Cuidar de un niño pequeño es un verdadero desastre. Habrá juguetes en el piso, podría haber un marcador en las paredes, y es imposible evitar un accidente ocasional con la bacinilla. Aunque ciertamente se siente bien tener la casa en orden, la realidad es que tu casa probablemente no se parecerá a un catálogo de «Pottery Barn» en estos primeros años. Reservar un tiempo específico para comprometerte con la limpieza puede ser útil, pero no te preocupes por recoger todos y cada uno de los juguetes a lo largo del día.
- Mantenlo programado: Una gran cosa de quedarse en casa es que puedes hacer tu propio horario, y los horarios son importantes para los niños pequeños. Tan a menudo como sea posible, sigue con tu rutina y ayuda a que tu pequeñín se familiarice con tus rituales diarios. Cuando sabe qué esperar del día permite que reloj físico para el sueño, el hambre y los niveles de energía se mantengar regular. Esto puede ayudar a limitar las rabietas cuando llega el momento de la transición, que a menudo es difícil para los niños pequeños, y también ayudará a que tu pequeñín se acostumbre a seguir las instrucciones.
- Toma un tiempo para ti: La hora de la siesta no tiene que significar la hora en que andes por la casa con un trapeador y un trapo, o preparar las comidas para la semana. Por supuesto, siempre habrá cosas que hacer, pero no dejes de lado tu bienestar emocional. Si tu cuerpo te dice que te relajes, escucha. No hay nada malo en sentarse con un libro o ponerse al día con tu programa favorito cuando necesites un descanso.
- Haz lo que te haga feliz: Has pasado toda la semana enriqueciendo la vida de esta pequeña persona, así que asegúrate de hacer lo mismo por ti misma. Ve a tus amigos, ve al cine o sal a hacer ejercicio al aire libre. Haz esto tan a menudo como sea posible. Recuerda, no puedes vertir de una taza vacía, así que asegúrate de recordar reponer lo que has dado emocionalmente a lo largo del día para evitar sentirte agotada.