Las primeras enfermedades del bebé son aterradoras y agotadoras incluso cuando no son más que el resfriado común o un catarro, pero su primer problema de salud que requiere medicamento está en un nivel completamente nuevo. Ya sea lo suficientemente chiquito que el medicamento es lo primero que prueba además de leche materna o fórmula, o que ya ha comenzado a descubrir sólidos, convenciendo a tu bebé no-verbal de que tomar su medicina es una buena idea puede ser un desafío. Por suerte para ti, es un desafío que los padres han estado enfrentando durante más tiempo de lo que los medicamentos efectivos han existido realmente, y algunas técnicas destacadas han evolucionado a lo largo de los años.
Lo básico
Los medicamentos para niños muy pequeños como tu chiquitín generalmente vienen en forma líquida. Este líquido se puede saborizar para hacerlo más atractivo para el bebé. Si el medicamento tiene sabor a algo que le gustará, a veces puedes evitar las luchas dándole a probar primero de tu dedo para que pueda ver que es bueno antes de empezar a llevar una cuchara entera o una jeringa sin aguja a sus labios. Algunos medicamentos líquidos tienen un sabor amargo que sabe mejor cuando se han enfriado, por lo que mantenerlos en el refrigerador antes de ofrecerlos también puede ayudar a prevenir problemas. Los medicamentos tópicos como las gotas para los ojos pueden ser chocantes cuando se aplican fríos, por lo que calentarlos entre las manos también puede ayudar con ellos.
La dosis correcta es especialmente importante en niños tan pequeños como tu bebé – a esta edad, la dosis se determina por el peso en lugar de la edad, y puede cambiar rápidamente. Es importante mantener la dosis consistente, y las cucharas y tazas medidoras de la casa pueden contener volúmenes levemente diferentes. Siempre es una buena idea utilizar el dispositivo de medir la dosis que viene con el medicamento. Si pierdes el que viene con el medicamento, generalmente puedes conseguir un reemplazo en la farmacia.
Un bebé menor de 4 meses probablemente todavía tiene fuerte el reflejo de extrusión de la lengua que puede hacer que trague sabores extraños como cereza artificial un poco difícil, aunque quiera. Las jeringuillas plásticas son generalmente la manera más fácil de administrar la medicina, en vez de las copitas o cucharas medidoras de plástico que vienen con algunos medicamentos para niños. Muchos padres eligen quedarse con las jeringuillas incluso una vez que sus niños tienen la edad para dejar de usarlas, ya que las jeringuillas son la mejor manera de conseguir que la medicina vaya más allá del paladar del bebé antes de que sepa lo que está pasando.
Comenzar con el pie derecho con el medicamento es una buena manera de evitar empezar una guerra contra las medicinas que puede durar hasta la niñez. Comienza no esperando lo peor. Así como cuando el bebé está aprendiendo caminar y, por extensión, aprendiendo a caerse, te busca para cómo reaccionar, y si comienzas pesaroso, nervioso o disgustado cuando primero ofreces el medicamento, tu peque lo puede captar y asumir que es algo de que disgustarse.
Mientras el doctor piense que es buena idea, y no es un medicamento que necesita ser tomado en un estómago ya lleno o ser tomado sin comida, el mejor momento para administrar la medicina puede ser inmediatamente antes de la comida. Esto es porque si tu bebé tiene hambre, es más probable que tome la medicina sin discutir. Una vez que hayas administrado el medicamento, muchos padres encuentran que ayuda mantener un récord de la última vez que lo han dado. Cuando el bebé está enfermo, la vida puede sentirse aún más caótica, y puede ser fácil olvidarse exactamente de cuando fue la última dosis.
La siguiente parte para comenzar con el pie derecho es no comenzar con ningún truco o forzar la medicina. Si puedes trabajar con los impulsos naturales del bebé para medicarlo, puede ayudar prevenir que forme asociaciones negativas con la medicina. Comienza poniendo la jeringuilla en su boca cerca del centro de su lengua para ver si chupa y toma la medicina por sí solo.
Si no está entusiasmado para tomar su medicina voluntariamente, intenta meter la jeringuilla a lo largo del interior de la mejilla cerca de la parte posterior de la boca y a un lado de la boca. Esta posición evita el frente y centro de la lengua, donde se encuentra la mayor parte de las papilas gustativas, y la garganta y el cielo de la boca, que puede accionar el reflejo nauseoso. De aquí, lentamente empuja el medicamento en la boca del bebé, teniendo cuidado de no ir demasiado rápido y de detenerte brevemente para darle tiempo de tragar. Mantener su cabeza inclinada durante este proceso puede ayudar, puesto que significa que la gravedad está a tu lado convenciendo a tu bebé que trague.
Tácticas avanzadas
Si el bebé no está convencido de tus técnicas básicas para administrar medicamento, hay algunas tácticas más sofisticadas que puedes intentar – la mayoría son un poco sigilosas, pero si mejorarse es, ultimadamente, en el mejor interés de tu bebé, tu chiquitín te perdonará eventualmente.
- Empieza simple: Si el bebé tiene edad para comenzar comida sólida, podría ser que es del tipo que prefiere el gusto cálcareo de medicamentos masticables a la amargura que se esconde bajo dulzor de los líquidos. Si tampoco siente ganas de hundir los dientes -o las encías- en las tabletas, intenta machacar uno, lo mezclas con un poco de agua hasta formar una pasta y la untas en la parte de adentro de la mejilla para que se la trague esa manera.
- Que chupe: Si el bebé usa un chupete u otro similar, puede estar más dispuesto a tomar medicamentos líquidos de un chupete-dispensador, que se puede encontrar en la mayoría de las farmacias.
- Diluye: Puede ser tentador mezclar medicamentos en alimentos o un biberón, pero este es un truco arriesgado, porque es importante que el bebé reciba la dosis completa de medicamentos. Si lo mezclas en un biberón o frasco de comida para bebés, el medicamento solo será eficaz si el bebé termina toda la porción. A veces, el medicamento que se mezcla en cantidades pequeñas en los alimentos sigue siendo la mejor manera de medicar a tu bebé sin mucho problema – solo verifica con tu pediatra que mezclarlo así no pierde su eficacia. Una forma de tratar la dilución es mezclar el medicamento en una cantidad muy pequeña de alimentos para niños y ofrecer cucharadas alternándolas con bocados sin medicina.
- Ofrécele control: A medida que el bebé crece, puede ayudar a ofrecerle cierta cantidad de control sobre el proceso – dejándolo elegir el sabor del medicamento, o elegir si tomársela antes o después de cena o dejando que se la dé primero a sus peluches antes que sea su turno.
Si el bebé regurgita media hora a 45 minutos de haberse tomado la medicina, el bebé ha absorbido probablemente ya la mayor parte de la medicina, pero es siempre una buena idea confirmar con tu doctor si es necesario o no darle otra dosis si está teniendo problemas reteniendo el medicamento. Si lo está, el doctor puede hablarte sobre la posibilidad de usar los supositorios.
No importa que táctica es necesaria para convencer a tu bebé que tome su medicina, es importante tener presente lo importante que es tomar la dosis completa de antibióticos que ha sido recetado, aunque tu pequeño deje de mostrar síntomas y se parece estar mejor.