- «¿TÚ comes en el baño?»
De hombres o mujeres, una de las reacciones equivocadas más comunes al amamantar en público es pedirle a la madre que se vaya al baño – el mismo baño que cría bacterias y otros tipos de enfermedades. Pedirle que se vaya al baño es lo mismo que pedirle a su bebé que coma en el baño. Dales un poco de su propia medicina. - «Mi bebé necesita comer. TÚ no tienes que mirar».
Seguramente esta persona por lo menos CONOCE de bebés, ¿verdad? A los bebés les importa poco un horario, solo quieren comer. Si se trata de que realmente estás molestando a esa persona, todo lo que tienen que hacer es no mirar. Poof. Solución mágica. - «¿Te importaría leer la ley?»
En los 50 estados de los Estados Unidos, la lactancia materna pública es ahora un derecho que está tan protegido como la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Así que si alguien te hace pasar un mal rato, no dudes en recordarles que tienes todo el derecho -extremadamente legal- de hacer lo que estás haciendo. - «¿Por qué no le dices a tu madre que estabas acosando a una mujer que amamanta? Mejor aún, ¿por qué no lo hago yo?»
Trata de traer a su madre a la situación. Una cosa es ser un patán detrás de un velo de anonimato, pero es otra cosa totalmente diferente cuando entra en juego la perspectiva de decepcionar a los padres. Esto ocasionalmente sale mal, ya que nunca se sabe exactamente quién es la madre de alguien, pero cuando funciona, funciona bien. - «Es casi como si nunca hubieras visto un seno.»
Ve tras su ego. Algunas personas pueden defenderse y hablar de cómo han visto los senos antes. Esto solo hace que se vean peor. - «Sabes para qué son, ¿verdad?»
Puede parecer que la gente a veces olvida el hecho de que somos mamíferos, y la gente ha estado amamantando en público durante tanto tiempo como ha habido gente. Algunos sólo necesitan un pequeño recordatorio. - «Oh, ¿quieres que yo use una cubierta? ¿Por qué no lo intentas?»
Las mantas para amamantar son fantásticas en teoría, pero cuando hace calor y tu bebé empieza a quejarse, no es mucha la paciencia que una persona pueda tener, especialmente cuando está perfectamente bien hacerlo en público sin una manta. Desafía al sugerente de cubrirte que lo intente por sí mismo, probablemente no te aceptará, pero definitivamente harás saber tu argumento.