Tal vez nunca jugaste a la rayuela cuando eras niña, pero tus padres sí, ¡o incluso tus abuelos! La rayuela es un clásico por una razón: hace que los niños se levanten y se muevan.
Para los niños pequeños, este juego al aire libre no solo es una forma de quemar algo de energía, sino también de aprender a través del juego, y es rápido y fácil de configurar. Agarra un poco de tiza y contornea el patrón de la rayuela – si tu chiquitín no es un gran contador todavía, puedes identificar las formas y los números mientras creas el espacio de juego.
Si no estás familiarizado con las reglas, la rayuela se juega cuando el jugador lanza una piedra, un palo u otro marcador sobre el tablero y luego salta a través de las casillas. El jugador tiene que saltar sobre la casilla en la que se encuentra el marcador, y volver a coger el marcador en el camino de regreso. Ya que dibujarás tu tabla de rayuela, puedes colocar los cuadrados de manera que sean lo suficientemente pequeños como para que tu pequeñín no tenga problemas para saltar sobre ellos.
A medida que recoge la piedrita que usarán para lanzarla a los cuadrados, tu peque está trabajando en su control de motor fino mientras agarra el objeto con los músculos de los dedos. Puede que sea un poco joven para entrar en un juego de rayuela con todas las reglas, pero puedes empezar animándolo para intentar saltar al cuadro, lo que promoverá su habilidad para saltar, al igual que darle la oportunidad de trabajar en la coordinación y el equilibrio.
También puedes agarrar algunos amigos para hacer esta actividad más social. Jugar con otros le ayudará a aprender a tomar turnos y a practicar la conciencia espacial.