Generalmente, los niños pequeños son consistentes en una sola cosa: ser inconsistentes. Esto es especialmente cierto en sus hábitos alimenticios. A los niños pequeños les gusta lo que les gusta exactamente en el momento en que les gusta, y el hecho de que les guste algo algún día no es garantía de que seguirá siendo uno de los favoritos mañana. Más que eso, los niños pequeños a menudo tienen dificultades para expresar por qué les gusta algo o por qué no les gusta, y un buen comilón un día no puede hacer mucho más que hurgar la comida la próxima vez.
Manejando el apetito inconsistente de un niño pequeño
Ofrecerle a tu pequeñín un poco de todo puede permitirle escoger entre proteínas, verduras, frutas y quesos y, entre toda la variedad, encontrar algo que le gusta. Puede resultar desagradable preparar toda una comida para que tu niño pequeño ignore completamente la mitad, pero en realidad, durante los próximos años, probar cosas y elegir entre diferentes opciones va a ser su manera de aprender sobre su entorno y de aprender a afirmarse como individuo. Hay una buena posibilidad de que las porciones que estás preparando en este punto no son nada que no puedas terminar tú misma, y en los casos en los que realmente quedan muchas sobras después de una comida, normalmente hay maneras de disfrazarlas de algo nuevo al día siguiente. Recetas como sopas y cazuelas pueden ayudarte a poner una nueva cara en las sobras para que tú y tu familia disfruten por igual.
Si quieres que tu hijo pruebe un nuevo alimento o que tenga una mente abierta acerca de los alimentos en general, una de las maneras más efectivas de animarlo es siendo aventurera tú misma. Verte comer verduras le animará a hacer lo mismo. Tener un puñado de bayas como un bocadillo de la tarde muestra que estos alimentos pueden ser un estimulante dulce y delicioso. Hablar con o alrededor de tu chiquitín sobre lo delicioso que es el pollo mientras comes un sándwich de jamón le permite ver que el cambio, al menos en lo que respecta a los alimentos, es algo bueno. Los efectos positivos de modelar hábitos alimenticios saludables y aventureros pueden no comenzar a aparecer de inmediato, pero es probable que tengan un efecto a largo plazo en la manera en que tu niño piensa acerca de la comida a medida que crece.
Como con todo lo relacionado con la crianza de los hijos, hay una amplia gama de comportamientos que son totalmente naturales. Esto puede significar que un niño pequeño puede tener todo el apetito (¡y modales de mesa!) de un león un día, y la delicadeza de un pavo real que picotea al día siguiente. Para la mayoría de los niños, sin embargo, sus dietas se equilibran con el tiempo. Un lunes puede ser todo acerca de los vegetales, pero el miércoles puedes ver a tu pequeño omnívoro escarbando en cualquier fuente de proteína que esté sobre la mesa, y para el viernes, puede que no quiera nada más que un poco de tostada seca para masticar. Aunque cualquiera de estos días individuales puede no sonar como un ejemplo de una dieta saludable y balanceada, cuando se toman juntos, son una señal de que el apetito de tu niño pequeño generalmente sabe lo que está haciendo cuando se trata de obtener los nutrientes que necesita.
Los niños pequeños tienden a tener mucho menos apetito de lo que muchos adultos esperan, porque, después de cumplir un año de edad, sus metabolismos comienzan a desacelerarse, para adaptarse a que ya no están creciendo tan rápido. Esto, combinado con una sospecha común y creciente de nuevos alimentos y de alimentos con un sabor amargo, como las verduras, especialmente, puede significar que los patrones de alimentación de un niño pequeño pueden ser frustrantes para los padres. Estos cambios a menudo también son inesperados, ya que tener un bebé que está feliz de probar nuevos alimentos puede ser como la mitad de la batalla. No obstante, los gustos y el apetito de tu niño pequeño continuarán cambiando a medida que crece. El lado positivo es que si sus hábitos alimenticios se ponen un poco difíciles por un tiempo, hay una buena posibilidad de que los gustos cambiarán de nuevo antes de que te des cuenta.
Solución de problemas
Por otro lado, lo que le parece sabroso a tu niño pequeño no siempre es una guía perfecta para una alimentación saludable. Si comienzas a notar una preferencia que es preocupante, como evitar todos los alimentos verdes, por ejemplo, puedes ayudar a empezar a construir asociaciones positivas con el consumo de verduras (o cualquier otro alimento que de repente no soporta) incorporando el aprendizaje sobre la comida en su rutina, o consiguiendo que sea más involucrado en el proceso de preparación de alimentos. Esto puede significar cultivar tus propios tomates, o, si tienes poco tiempo, visitar una granja, o incluso un mercado de agricultores, para ayudarlo a entender un poco más sobre el origen de los alimentos, y tal vez interesarlo más en general.
Incluso un viaje al supermercado puede ser un gran lugar para comenzar a explorar nuevos e interesantes alimentos. Tómate un poco más de tiempo con tu pequeñín para notar que las frutas pueden cambiar de color, que las diferentes verduras vienen en todo tipo de tamaños, para discutir el olor de las manzanas en comparación con el olor de las naranjas, etc. Hacer que la comida sea una experiencia para todos los sentidos puede ayudarle a tu hijo a adaptarse e incluso a interesarse en diferentes texturas, colores y olores. Además, cuando se trata de introducir nuevos alimentos, no siempre tienes que «ganar» la batalla para tener éxito a largo plazo en la guerra por el gusto aventurero de la comida de tu pequeño. Todos los niños experimentan con decir ‘no’ y permitir esa experiencia le ayudará a sentirse cómodo diciendo ‘sí’ más a menudo.
Tener paciencia con tu hijo y contigo misma durante períodos de tiempo en los que tu chiquitín experimenta aversiones a la comida, o intenta probar tus límites, ayudará a tu familia a superar estas etapas y a pasar a otras nuevas y emocionantes. Las aventuras en la experimentación de alimentos, tanto buenas como malas, son una importante experiencia de crecimiento para todos.