La vida es un maratón y no un sprint, como se dice, ¡pero puede parecer que nadie le dijo a tu pequeño! Si está tratando de salirse con la suya corriendo por la piscina o volando a través de su almuerzo tan rápido que es difícil saber incluso si estaba masticando, probablemente hay muchas maneras en que tu chico se apresura a pasar su día a máxima velocidad.
Una gran manera de aprovechar esa energía es canalizarla hacia las cosas que él o ella necesita hacer – incluyendo tareas que no necesariamente son sus favoritas. A continuación hay una lista de diferentes maneras en las que puedes ayudarle a disfrutar de algunas de las tareas menos emocionantes – pero aún importantes – de la vida.
- Cronométralo: Casi todos los teléfonos inteligentes tienen un temporizador, lo que significa que la mayoría de los padres tienen acceso a un dispositivo mágico que puede hacer que incluso las actividades rutinarias sean mucho más interesantes. ¿Está arrastrando los pies cuando es el momento de ponerse sus zapatos y calcetines? Pregúntale cuánto es lo más rápido que piensa que podría hacerlo. Saber que estás en el momento oportuno puede ayudarle a poner un poco de ánimo en su ritmo, y la próxima vez que se esté tardando un poco más de lo que te gustaría, siempre puedes ver si puede vencer su récord de la última vez!
- Únete a la competencia:Claro, tal vez las competencias más profundas son las que tenemos contra nosotros mismos, pero son las competencias contra otras personas las que generalmente son más divertidas, y puedes ser su competidor cualquier día. Siempre que estés en un área segura para hacerlo, puedes correr con él de vuelta a la casa, correr una carrera hasta el agua en la playa, ¡o la carrera justo a su cama acogedora por la noche!
- Inviértelo:Algunas tareas, como el cepillado de dientes, no son realmente mejores cuando se hacen más rápido. Para este tipo de tareas, apunta a lo contrario, y desafía a tu pequeño a ver cuánto es lo más que se puede tardar. Si te cepillas los dientes junto con él, puedes cepillarte y cepillarte hasta que tu boca esté toda espumosa, y luego dejarle «ganar» cuando crees que es el momento de que se enjuague la boca.
No hay nada como un poco de sana competencia, ¿verdad?