Una entrevista con Deanna Barnes
Deanna Barnes trabaja en Chicago en ventas de tecnología publicitaria y vive con su esposo desde hace doce años y sus tres hijos: Avery (8 años), Bennett (6 años) y Greyson (3 años).
Nos sentamos a hablar de su experiencia con el amamantamiento y de cómo fue cambiando con cada bebé. Desde fijarse objetivos de lactancia hasta sacarse leche por todo el país, esta ingeniosa madre trabajadora supo desde el principio que quería amamantar a cada bebé durante 12 meses. Esta es su historia.
¿Puedes hablarme un poco de tu experiencia con el amamantamiento?
Sabía que quería amamantar. Vengo de una madre negra que no amamantó, quizá fue su generación, pero no era un objetivo. Ella sabía que alimentaría con fórmula antes de salir del hospital. Amamanté a todos mis hijos durante un año y, como madre trabajadora, eso sin duda supuso un reto.
Dos cosas clave del amamantamiento:
- Amamantar no es tan intuitivo como podría pensarse. Necesitaba ayuda en el hospital con una especialista en lactancia. Cuando llegué a casa necesité ayuda de una especialista en lactancia. No es intuitivo. Recuerdo que lloré, pero seguí adelante.
- Segundo, el primer bebé te enseña mucho. En realidad, lo aprendimos todo juntos. Con mi segundo y mi tercero, tuve unas especialistas en lactancia estupendas que me dijeron: «Cada bebé es una pareja de baile diferente», y lo recordé durante todo el proceso cada vez que se ponía difícil.
¿Hay algunos momentos destacados cuando piensas en el amamantamiento?
Esas noches tranquilas a las 3 de la mañana, amamantando en una mecedora mientras escuchas un podcast. Recuerdo que pensé: «Esto es muy bonito». Por muchos retos que hubiera por el camino, cuando llegó el momento de terminar, me sentí muy triste.
No hay vínculo como el que se crea durante el amamantamiento. Sabía que iba a echar de menos ese tiempo juntos. Por eso me gusta tanto la etapa de bebé y recién nacido: eso no se recupera y es sencillamente el mejor momento.
¿Fue un reto cuidar de otros niños a la vez que amamantabas a tu segundo y tercer hijo?
Oh, sí. Y no olvides añadir una pandemia a la mezcla. Cuando tuve a mis dos primeros, yo era la madre que trabajaba y criaba a sus hijos. Me sacaba leche en aviones y estaciones de Amtrak, en baños, gimnasios de hoteles y en carros. Hubo mucho transporte de leche. Me ha pasado que la TSA ha tirado la leche. Había muchos retos.
Pero cuando nació mi tercer bebé, tuve que hacer todo eso y emprender un nuevo trabajo. Tuve una orientación de dos semanas en Nueva York con un bebé de tres meses en casa. Así que me sacaba leche y utilicé Milk Stork para enviar toda mi leche de vuelta. Era mucho. Tenía alarmas en el teléfono para poder sacarme leche en el trabajo, lo que requería gestión del tiempo y planificación. Pero si eres una madre a cargo de un hogar estás acostumbrada a toda esa planificación.
¿A qué problemas concretos te enfrentaste por el camino?
Como dije antes, ¡no es intuitivo! No entendía intuitivamente la parte del enganche y era muy doloroso. Pero tuve especialistas en lactancia que me enseñaron todo tipo de métodos diferentes. Ese aspecto educativo es importante. En esa etapa somos muy vulnerables y estamos receptivas a todo. Mi mayor reto fue solo saber qué hacer, entender el suministro y la demanda, entre otras cosas. Me siento muy afortunada de haber recibido esa educación, porque sé que mucha gente no la tiene.
¿Alguna vez tuviste un momento cuando pensaste: «No llegaré a los 12 meses»?
Nunca. Tenía un congelador con leche. Me siento muy afortunada de haber tenido suficiente suministro. Cada cuerpo es diferente, pero nunca tuve que suplementar. Hice todo lo posible para poder llegar a un año. Y si había un reto, siempre pensaba: «Vamos, ¿cómo puedo solucionarlo?».
¿Tienes algún mensaje para las personas que se están preparando para amamantar? Ya sea por primera vez o a otro bebé.
¡Cada bebé es una nueva pareja de baile! Recuérdalo para no exigir tanto de ti. Tienes al bebé que se duerme amamantando y al otro que bebe, bebe, bebe. Y no caigas en la presión. Si crees que has llegado al final de tu recorrido en tres meses, ¡felicidades! Si es un día, estupendo. Tres meses es mejor que nada. Un día es mejor que nada.
Es mucho ser madre y cuidar de un pequeño ser. Así que haz lo que te funcione. Al final, el bebé te quiere feliz, sana y mentalmente estable primero. Toma las decisiones que necesites para sentirte mentalmente estable y presente.